miércoles, 9 de diciembre de 2009

Clásicos


Tal vez por eso siga aquí a estas horas, porque es inevitable volver a los clásicos. Siempre tienen la frase perfecta para el momento exacto, igual que ese espejo que te dice lo que hay cuando buscas tu reflejo en una mañana de resaca. Porque no te ocultan la verdad, aunque en ellos quepan muchas interpretaciones, de la noche anterior o de la vida, qué más da.
Podría decir que tu nombre me sabe a yerba, pero eso ya lo dijeron antes y, en cualquier caso, sería demasiado.
Me escucho, pero no me entiendo.
El mundo gira demasiado deprisa. Diría que lo parasen, que me quiero bajar, pero aquella niña a la que le gustaba la sopa tan poco como a mí hizo famosa esa frase hace ya muchos años.
Tendré que acostumbrarme a esta velocidad y agarrarme fuerte a cualquier cosa firme, no sea que la fuerza centrípeta consiga al fin que salga disparada, y sería una pena perderme mi propia pérdida, no sea que al final me encuentre y no esté yo para verlo.
Cambiando el rumbo y abriendo miras, pensando en polos de limón en medio de la helada que está cayendo ahí fuera, ya que la de aquí adentro la tapamos subiendo el termostato después de comer, pero sigue haciendo el mismo frío.
Así que salgo, golpe a golpe, verso a verso, de poco o nada nos sirve rezar, porque tampoco sabríamos a quien dirigirnos a estas alturas de la película, que la sesión empezó hace un rato y ya no cogeriamos el argumento.
Paso de largo y sigo caminando, helada, pero no me atrevo a meterme las manos en los bolsillos, porque no tengo ni idea de si estarán llenos de arena o de aire, si conseguiré calentarme o si tal vez estarán aún cosidos como venían de fábrica porque no tuve tiempo o ganas de abrirlos por primera vez. Quién sabe, a lo mejor encuentro alguna moneda en su doble fondo que meter en una hucha o tirar a un estanque lleno de peces de hielo, o tomarme un whisky on the rocks y poder brindar porque nunca hubo un ''lo nuestro''.

Sigo sin saber si la inspiración se busca o se encuentra, e ignoro si aún quedan cosas por decir o está todo inventado.
Tal vez el resultado sea algo tan vacío como aquello de lo que intento huir, pero aquí sigo, pese a todo, dando salida a mi verborrea interna dominical una madrugada de miércoles con madrugón incluido...


[d(-.-)b Sonando: Y sin embargo, Joaquín Sabina]

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