lunes, 21 de diciembre de 2009

Frío


La tierra compacta, dura y sobre ella, las pocas hierbas que el otoño ha dejado y las hojas caidas de los árboles. El campo está vestido de gala, un manto de brillo cubre cada planta, cada piedra. Un resplandor que hace palidecer a todo intento de adorno artificial.
La belleza de un arbusto helado, la perfección de un copo de nieve, la luz que desprenden los días más cortos del año.

Y la seguridad de que en unos meses este suelo dará origen a un nuevo milagro, más colorido pero no por ello más bonito.
Mientras tanto, la Naturaleza espera los rayos de sol con sus ropajes más lujosos, adornada con capas de plata y quietud.
Cada componente se disfraza deslumbrando al propio frío de brillo y paciencia, sabiendo que la blancura pasará y vendrán tiempos más cálidos en los que probar nuevas texturas y olores.
Los carámbanos se desharán, llorando un agua que hará germinar semillas ahora invisibles bajo la helada que lo cubre todo, despertando la vida adormecida, que no muerta.
Cada día del invierno, con la esponjosidad de la nieve, la dureza del hielo o la crudeza del viento, es una promesa de que la primavera acabará llegando, pero una demostración de que la Tierra sabe como hacer de la espera algo hermoso para quien se para a observarlo.



[d(7.7)b Sonando: Special K, Placebo (gravity, no escaping gravityyy....)]

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