viernes, 18 de diciembre de 2009

Maletas

Todos los años, por unas cosas u otras, me toca quedarme algo más de tiempo aquí antes de marchar a casa para las Navidadas, y todos los años oigo el rodar de las maletas camino de la estación.

Y esque en diciembre las maletas vuelven con ganas de turrón y hogar.
Huelen a humo y a abrazos, ya que las celebraciones siempre dejan en las maletas ropa manchada de comida rápida y despedidas breves.
Las maletas de diciembre van llenas hasta arriba de apuntes vírgenes y tapers vacíos, pero suenan alegres, ruedan rápido y se amontonan en los vagones y maleteros en forma de montañas de grandes planes para estudiar mucho, disfrutar de familia, beber lo justo y comer lo apropiado.

No les importa comprimirse en espacios estrechos porque saben que cuando salgan serán recogidas con mimo por comitivas familiares que ignoran la vida que lleva una maleta de estudiante. Y esque las maletas saben que las estaciones no son las mismas recibiendo que despidiendo, aunque nos hagan creer que los edificios son los mismos y estén en las mismas calles.

En algún compartimento de las maletas hay regalos de reyes o décimos por encargo que hacen que nos les importe ser arrastradas corriendo hasta casi descarrilar porque sus dueños se han dormido y se levantan con resaca de besos y tequila.
Llevan ganas de reencuentro y consomé de mamá, y se olvidan durante en trayecto de lo diferente que sonarán en quince días.

Cuando las maletas vuelven en enero se podría decir que vienen deprimidas. Ruedan más despacio, en primer lugar porque vienen más llenas. Los tapers están llenos de roscón y solomillo, los apuntes están llenos de tinta fosforita y la ropa llena de olor a suavizante y no a alcohol.
También ralentizan su paso porque no les gusta hacia donde van, el fondo de un armario o debajo de un somier no es un lugar para una maleta de estudiante. Ellas quieren ver mundo, escaparse fines de semana y visitar maletas de amigos erasmus, no acumular polvo hasta, como mínimo, fin de exámenes.

Por eso, no se dan prisa las tristes maletas de enero llenas de ropa y legañas a estrenar, porque saben que no habrá nadie para recibirlas y que cuando lleguen hará un frío no combatible con mantas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario