lunes, 14 de diciembre de 2009

Oda a mi bici

Eso de que las bicicletas son para el verano es mentira. No me he leido el libro, ni he visto la obra ni la película, pero sé que el título miente a rabiar.
Las bicicletas se pueden usar en las cuatro estaciones, y a mí me gusta hacerlo en este otoño con frío invernal.

En verano sudas y se te recalienta la cabeza; en invierno sudas, y eso es algo que nadie hace en días como hoy, lo que lo hace más especial aún.
Me encanta sentir el gélido viento en los pocos centímetros de cara que dejo al aire, sepultada como voy bajo gorros, pañuelos, capuchas, dobles guantes y dobles calcetines.

La adrenalina a las 8 de la mañana está dormida para el resto de los mortales, pero esa sensación bajando las cuestas me hace levantarme un poquito más animada para ir a clase.
Es genial pasar a propósito por los baldosines sueltos, con esa agitación durante unos metros, en los que parece que es el suelo el que se mueve y no la bici y yo.
Y frenar suavemente para poder girar sin atropellar a algún estudiante que todavía no se ha despertado, aún sabiendo que he de apretar el de atrás, que de alguna de estas vuelco por hacerlo con el de delante.
Me sienta bien cruzarme con otros ciclistas, esperando en los semáforos se crea una empatía mutua que a veces se sella con una sonrisa, esa especie en extinción, y más cuando aún apenas ha amanecido.
La cuesta arriba a subir a mediodía es un reto que afronto como algo personal, a principio de curso tenía que parar a la mitad y ahora llego del tirón, aunque he de confesar que a veces busco rutas alternativas para no enfrentarme con ella...(¿de nuevo una metáfora de la vida?)

Es un placer algo extraño el de ir por el carril bici y que los viandantes se tengan que apartar, avergonzados por invadir el espacio que les está asignado a las bicis...Supongo que es una sensación de poder en venganza por tantas y tantas miradas de odio de los peatones por ir por la acera, y por la presión de ir por la carretera con un coche a unos metros de tí, haciéndote sentir que estorbas en todas partes.
Los pocos kilómetros de carril bici que hacen los ayuntamientos son eso, escasos y están mal hechos. No son más que un lavado de conciencia de las ciudades, y una manera de invertir fondos del famoso Plan E (queremos ser europedos y los carriles solo sirven para rodear a trozos la ciudad).

Por primera vez, este año no quiero que nieve, la pobre tendrá que pasarse unos días en la galería, y sé que la tabla de planchar no le cae bien...
La voy a echar de menos en Navidades,sería imposible llevármela y obviamente en casa es bastante más difícil poder ir en bici a ningún sitio, así que seguro que en enero vengo con mono de pedales.
Está helando, pero no me importa, cojo la bici y en seguida estoy allí. :)



[d(8.8)b Sonando: Nueva York, Sidonie]

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