viernes, 22 de enero de 2010

La VIDA

La vida, la vida está por encima de todo.
Por encima de ideales y de banderas, de amores y odios.
Si no hay vida, no hay nada más.
Por eso no me gustan los héroes premiados por su valor en la batalla.
No soporto pensar que para defender cualquier cosa haya que gastar vidas, propias o ajenas.

Este poema, cuya segunda parte me sé de memoria gracias a que Serrat le puso letra, siempre me pareció muy hermoso. Hoy lo he buscado de nuevo y me ha llamado la atención especialmente la primera, la que no está cantada.

La libertad lo es todo. De nada sirve vivir, si no es en libertad, dicen muchos.
Yo sostengo que de nada sirve ser libre si no se está vivo.
El concepto de libertad es tan amplio que cada persona tendrá su idea, y serán todas válidas.
Al igual que hemos de aceptar que nunca seremos libres del todo, ya que hay millones de cosas que nos condicionan y nos determinan.
Pero dentro de las muchas definiciones que se le puede dar a la libertad, siempre pensaré que la VIDA, en su amplio sentido, debe ser lo primero, por delante de todo, TODO lo demás.


El herido (1939)

Para el muro de un hospital de sangre.

I


Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía,
de ensangrentadas puertas.

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

2 comentarios:

  1. Me quito el sombrero ante este pedazo de poema de un Imprescindible para el mundo, y ante tí por traerlo hoy aquí.

    Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
    La que contengo es poca para el gran cometido
    de sangre que quisiera perder por las heridas.
    Decid quién no fue herido.

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  2. Una vez oí por ahí que el conocimiento es libertad. También que 1984 no era un libro, si no un manual de instrucciones...no se si me entiendes.

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