miércoles, 12 de mayo de 2010

Non gratas

A veces me dan ganas de arrancarme los ojos de cuajo.
Tirar del conducto que drena hasta la córnea y evitar así que una sola gota se derrame cuando no debe (que es casi siempre).

Dicen que llorar purifica, pero sólo lo hace cuando tienes disposición, porque quieres, porque te apetece desahogarte y conscientemente abres las compuertas para que todas las emociones rueden mejillas abajo.

Ya estoy harta de que las habitantes de mis sacos lacrimales salgan cuando les viene en gana, sin consultarme antes si tienen permiso para dejarme en ridículo delante de todos los espectadores que asistan al lamentable espectáculo de la que carece de autocontrol.
Muchas veces soy yo la única que acude a la función, pero no por eso me da menos rabia el no poder instalar un dispositivo de regulación del flujo que se desborda con demasiada frecuencia.

Sin motivo o con motivo.
Sordas o con berrinche y mocos.
Pero sin permiso.



[(ò.ó) Leyendo: Este texto versa sobre una lágrima. Publicado hace ya años, es de lo más bonito que he leído en mucho tiempo. Enorme elhombreque, como siempre.]

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