lunes, 17 de mayo de 2010

Quique González15/05

Mi idea era escribir una crónica tratando de ser imparcial, pero me he dado cuenta de que para mí, en música, eso es inconcebible. Tengo a este hombre en demasiado buen concepto como para admitir que tenga puntos débiles en directo.

El caso es que se puede tocar más lento, más cañero, más definido, más o menos comercial...pero no se puede tocar mejor.
Objetivamente, el sonido fue perfecto. No sé si por milagro de una correcta producción o porque todos los que estaban ayer al anochecer encima del escenario del auditorio eran realmente buenos. Me inclino más por la segunda opción.

La voz suave, dulce, pero poderosa.
Siempre me ha parecido que, más que cantar, acaricia las palabras de un modo tan sensual que podría evocar los momentos más íntimos de dos personas que se quieren mucho.
El repertorio es tan extenso que se podrían hacer cuatro conciertos como este, y se quedarían temazos en el tintero. Y es que no tiene canciones malas.

Las dos primeras que sonaron, que en principio no tenían un sentido emotivo especial para mí, hicieron que se me llenaran los ojos de lágrimas. Inexplicablemente, me vi con la piel de gallina en Daiquiri Blues, empezando dos horas de MÚSICA con mayúsculas.

Alternando las nuevas con los clásicos (sí, ya tiene canciones que se consideran clásicos), los temas acústicos con el contrabajo con la potencia de las guitarras, las que te dejan con el alma en vilo con las que te dan ganas de comerte el mundo, consiguió ganarse al público como yo sabía que lo haría.

Él demostraba la timidez que le caracteriza, pero se le veía seguro de sí mismo, sabedor de que estaba haciendo bien su trabajo, no defraudando a los que pagaron su pico para llenar todas las butacas.
Menos introspectivo que hace un tiempo, él mismo se da cuenta de lo que ha evolucionado, para bien.

Algunos petardos no disfrutaron tanto como yo, amargando al personal con conversaciones por teléfono (sí, en un teatro), o continuas salidas y entradas, que de todo tiene que haber en la viña de Rock'n'roll, pero en general el público acompañó dando palmas, piropeándole en los tiempos muertos y cantando las canciones, suavecito y por debajo de su voz, eso sí.

Por mi parte, no hubo estrofa que no pronunciara, haciéndolo casi por reflejo y sin enterarme de estar recitando cada verso, tal es la profundidad en la que tengo yo ancladas las canciones de este hombre.

Entre el desfile de canciones y estilos, homenajea a Antonio Vega y a su tocayo Urquijo, hace guiños a Van Morrison, e incluso se atreve a parafrasearse a sí mismo con un verso de una canción incluida en su primer disco que, a mi gusto, se echó terriblemente en falta.


El concierto avanza y se suceden los éxitos, Miss Camiseta Mojada, Kamikaces Enamorados, Pequeño rock'n'roll en versión al piano, Polvo en el aire con alusiones claramente sexuales... dando tiempo incluso a que se equivocara de letra y tuviera que volver a empezar.
Pero el público se lo perdonó, el público le hubiera perdonado casi cualquier cosa a aquellas alturas, y el ánimo colectivo se viene arriba, en vista de que el final está ya cerca.

La primera despedida no se la creyó nadie, y tuvieron que tocar otros tres o cuatro temas para volver a marcharse y salir, finalmente, a culminar con Aunque tú no lo sepas (esta vez sí cantada por todo el público levantado) y Vidas Cruzadas, donde dieron las luces y la que escribe acabó hasta saltando, a voz en grito y con salitre en las mejillas.

Con el ''I wanna rock and roll'' más cañero sonando, ya en lata, la banda se despide, saluda, se inclina, se empuja, juega, mientras la gente va saliendo con la sonrisa más amplia dibujada en meses.

Prometían rocanrolear toda la noche y amanecer como locos después de las seis en un hotel sin dramas, por lo que salieron a conocer el ambiente nocturno de la ciudad.
Concretamente pasaron a tomarse unos whiskeys en el Country, gran bar en el que, concretamente, estaba ésta tomándose una cerveza.
A falta de cámara, el gran Quique me firmó la entrada y me dio las gracias por haber asistido al concierto y yo, palurda como pocas, ni le di dos besos ni conversación de ningún tipo.
Cierto es que la charleta no hubiera venido a cuento, pero podría haberle dicho tantas cosas... podría haberle contado lo importantes que son para mí sus canciones y tantas otras cosas que hubieran sonado a adulación de grupi pasada de rosca, que me dí la vuelta y volví con mi gente.
Observándole, vi como de cuando en cuando se le acercaban grupillos de personas, y él aceptaba, resignado, a dar besos y hacerse fotos, cuando claramente lo que le apetecía era fumarse su porrillo (aromatizando el bar) y beberse su copa tranquilamente.
Pero es un hombre sencillo y sabe que es el precio a pagar por vivir de su talento, por lo que sigue sonriendo y dando las gracias a todo el que se le acerca.

Tal vez esa sea la clave de todo.
Quizás esa sea la razón de que sea tan grande.


Lo hiciste, Quique, la ciudad fue tuya.
Y a mí, ya me tienes ganada para los restos.


[d(^.^)b Sonando: Quique González una y otra vez]

4 comentarios:

  1. qué genial! me alegro de que lo disfrutaras tanto (pero fuiste un poco palurdilla, si, hay que hacer de grupi pasada de rosca al menos una vez en la vida)

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  2. He llegado aquí buscando no sé qué de Quique y me he topado con tu gran crónica! Pues yo lo vi por 1ª vez el sábado pasado en Madrid y me encantó: su voz, su entonación, cuando se equivoca y dice "perdón!! lapsus!!" sus canciones, además he de decir que tiene un morbazo... :D A mí también me tiene ganada.

    Saludos!

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  3. Lo tiene, lo tiene...sobre todo en eso de ''tenemos algo pendiente...'' (¿dónde y cuándo? xD)
    Aunque en persona es muy poquita cosa, es el escenario, la voz y la sensibilidad que le caracteriza lo que le da el punto... Y esa sonrisa tímida.
    Qué lástima que mi carrera de grupi empezara y acabara el sábado.
    ¡Gracias a ambas por leerme y comentar!

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  4. Varios apuntes en cuanto a su look del sábado:
    -Corte de pelo con un desfilado informal pero seductor: nada que objetar.
    -Consabida barbita de un par de días: tampoco hay nada que objetar.
    -Escaso trasero: debería plantearse utilizar pantalones de su talla.
    -Nariz de pomo: sabe sacarle partido.
    -Barriguita cervecera: muy bien disimulada con su camiseta de rayas horizontales en tonos malvas y berenjenas.
    -Baja estatura: muy agudo en su decisión de utilizar botas de tacón cubano.

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