jueves, 11 de febrero de 2010

Pelis

Cada vez me gustan menos las películas facilonas.

De vez en cuando, en casa, viene bien algo para desconectar el cerebro, desconectarse de uno mismo y dejarse llevar por las tramas sencillotas y los finales felices.

Pero rara es la vez que vea una de éstas y me quede buen sabor de boca.
Me siento engañada, la vida nunca es así, y me parece muy mal fingir que todo siempre se solucionan con el beso de los dos protagonistas, cuando todos sabemos que aunque hubiera beso, los problemas seguirían a la mañana siguiente de la noche de amor.
Que muy bien que nos queramos, pero las facturas no se pagan con nuestros abrazos, ni los enfermos sanan con nuestros susurros al oido, ni la gente deja de pasar hambre. Eso en el supuesto de que haya beso (que nunca lo hay).

Y las de sufrir, como la de hoy... Tras ver La Carretera, vengo con el corazón en un puño. Es un peliculón, pero no sé si repetiría por la angustia con la que te mantiene y que persiste después de acabar.


Para mí, las moralejas, han de ser las justas y estar bien disimuladas, porque las cosas no son tan simples como que el karma te recompensará por todo el bien que hagas. Y porque lo sencillo es hacer pelis o escribir libros y acabarlos con una frase lapidaria, aunque no tenga la más mínima aplicación a la realidad.
Por eso, en cierta medida, me gustan las historias comprometidas narradas desde puntos de vista ambiguos, para que cada uno se haga su composición de lugar.
Aunque sé de sobra que implicarse con los personajes es inevitable, prefiero que se deje un resquicio al espectador/lector para que imagine e interprete. Es mucho más costoso para ambas partes (autor y receptor), porque todo lo que implique pensar siempre requiere más esfuerzo.

Al final es lo de siempre, que lo masticado vende más.
Y yo a lo mío, reivindicando la ausencia de bandos y posiciones inamovibles, como siempre también.





[d(^.^)b Sonando: Keep on driving, Pájaro Sunrise//Leçon 1: Les articles définis]

2 comentarios:

  1. yo ya no sé si somos de los nuestros, si llegaremos a Ítaca, quizá sea lo de menos....

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