viernes, 27 de noviembre de 2009

Indefinida e indefinible

Una persona no es a lo que se dedica.
Ni lo que estudia.
Una persona no es donde nació.
Ni donde ha vivido.
Una persona no es su color de piel.
Ni de pelo.
Una persona no es su tendencia sexual.
Una persona no es los libros que ha leido ni las películas que ha visto.
Una persona no es como habla o como camina.
...

Una persona es todas estas cosas a la vez, pero muchas más.

Tendemos a identificar a la gente con una palabra.
Tal vez por simplificar, por comodidad, o porque nos da pereza poder descubrir alguna de sus múltiples otras caras, que podrían llevarnos a formar otra imagen y obligarnos a buscar otro nombre más complicado del que le pusimos de primeras, exigiéndonos un esfuerzo que puede ahorrarse con una etiqueta inamovible.

Las personas somos caleidoscopios con miles de cristalitos, que en función del momento en el que los mires te ofrecerán una imagen u otra.
Por eso, al igual que es imposible ver dos veces la misma figura, no hay dos opiniones iguales sobre alguien. Cada observador parte de una base diferente, así como irrmediablemente en cada situación nos comportamos de maneras distintas en función de con quién estemos o lo que estemos haciendo.

Las generalizaciones, los tópicos, las definiciones, y las etiquetas no hacen más que ocultar nuestra complejidad.

Por eso, reivindico mi derecho a negarme a definirme y a ser definida.


[d(^.^)b Sonando: Pola Ponte de S. Xoan, Luar Na Lubre]

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