viernes, 20 de noviembre de 2009

Cruce de caminos

Tenía tanta prisa por vivir, que no le daba tiempo a esperar a que se pusiera en verde, aún no yendo a ningún sitio.
A él le daba pereza esperar a que se iluminara su muñeco, o simplemente cruzaba en rojo por costumbre.
Ella no soportaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer, y menos cuándo tenía que dejar de moverse, aunque fuera por la calle.
Él hubiera querido estar cruzando otra carretera. Al igual que ella.

Y se encontraron en mitad de la calzada.
Se estuvieron mirando con curiosidad durante los segundos que tardaron ambos en cruzar a la otra acera, preguntándose a dónde iría el otro, seguros de que sus propios pasos sonaban menos firmes que los de quien les miraba.

Una vez en el bordillo, apartaron sus miradas, y enfilaron la calle en sentidos contrarios.
Después, continuaron sus caminos, aunque ninguno de ellos conocía bien hacia donde iba.

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