martes, 3 de agosto de 2010

En bañador

No somos nadie..y menos en bañador, reza el dicho.
En tan solo un paseo por la playa, caen todos los complejos que pueda tener.
Es pararse a observar el desfile contínuo de gente a orilla del mar y descubrir que pocos son los cuerpos de revista.
Una pasarela de chichas y de pieles caidas, de pechos grandes o pequeños, de barrigas prominentes o costillas a la vista.
No es un estudio con ánimo de desenmascarar los engaños que todos ofrecemos a diario, puesto que ya lo hacemos voluntariamente en el momento de dejar el vestidito colorido a un lado y espanzurrarnos en la esterilla.
Lejos de rellenos, fajas, maquillajes, peinados, complementos y prendas que sabemos favorecedoras, todos somos tan diferentes que nos unen nuestras imperfecciones.

En tres costas distintas he estado este verano y pocos son los físicos que habrían encajado a la perfección en lo que socialmente hemos aceptado como belleza. Todo el mundo tiene ''defectos'', (entendiendo éstos como desviaciones de la norma impuesta por los cuerposdanone y laschicasplayboy) y quien más o quien menos está algo acomplejado por esa zona que abulta más de lo que debería, por esa falta de simetría en un punto concreto de su anatomía o cualquier otro matiz que hace que cueste más de lo necesario mostrarse semi desnudo para todos los demás bañistas.

Pienso en cómo nos empeñamos todas y todos (que aquí no hay distinciones) en disimular nuestros puntos débiles y resaltar nuestras cualidades y en lo ridículo que resulta ver cómo nos preocupamos de si la falda es demasiado corta o el escote demasiado pronunciado y después llegamos a la piscina y nos quedamos todos como nuestras madres nos trajeron al mundo.

Yo rompo una lanza a favor de la imperfección, poniéndo énfasis en la pluralidad del cuerpo femenino.
Vivan las mujeres de pecho pequeño y de caderas anchas.
Pero vivan también las de pecho grande y caderas estrechas; el cilindro, la campana y el diábolo; el pie del 35 y el del 43; las mujeres menuditas y las que se tienen que agachar para entrar por las puertas; las que luchan con artilugios de tortura para combatir el vello y las que no necesitan, o simplemente no quieren hacerlo.

Yo, que como casi todo el mundo cambiaría varias partes de mi cuerpo, creo que es en bañador cuando somos alguien.
Al meternos en un bikini más o menos bonito, dejamos atrás vanidades y disfraces y nos convertimos sólo gente.




[d(8.8)b Sonando: Agosto, Héroes del Silencio (¡taaaaaan grande!)]

Una vez en la vida
debo encontrar dentro de mí
una noche de agosto
mi alma perdida
que arrojé al mar.



1 comentario:

  1. Sí, señora! Viva la pluralidad! la del cuerpo femenino y también la del masculino. Curiosa e inconscientemente acepto mejor la diversidad de mujeres que la de hombres. Me gustan los guapos, claro, y es que a veces se me olvida que también muchos hombres sufren por no serlo, o no creerlo. Después me doy cuenta de que, en general, me gusta la Humanidad, con todos sus "defectos". El cuerpo es la máquina más maravillosa que existe, y su diseño no compromete su funcionamento...

    Que vivan los cuerpos!

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