lunes, 20 de septiembre de 2010

Ese banco

Cuando me vaya de aquí, recordaré ese banco como el de aquella noche.
Recordaré ese parque porque una vez comimos allí una hamburguesa y nos dio un ataque de risa.
No recordaré esa calle como la que me llevaba, día tras día y a la misma hora al mismo lugar; sino como la que me vio llegar aquella otra mañana a casa.
Aquel curso concluyó en el aula II, arriba a la derecha firmé el último examen, pero quizá ignore cual fue el resultado final.
Esas paredes me vieron llorar a mares.
Pasé cientos de horas en aquel bar, pero siempre lo asociaré a aquella canción coreada a voz en grito.
Aquella mesa me vio sudar tinta hasta que memoricé la última palabra del último folio.


Ese día llovía a cántaros.
Esa voz sonaba.


Si ese banco, ese parque, esa calle, ese aula, ese cuarto, ese bar o esa biblioteca hablaran, dirían cómo ocurrieron todas esas cosas.

Sin embargo, la mente es caprichosa y el azar juega malas pasadas a quien trata de poner límites a los recuerdos de una vida.

¿O era al revés?.




Algo tendrían que contar las estaciones,
algo dirán las terminales de aeropuerto
los bares donde nacieron
cinco de nuestras canciones,
las noches en que tu chica te decía nunca más.

Quedó algo de nosotros en esos lugares
en el lavabo de señoras y en el puerto
en la butaca del cine, en una boca de metro
y en todas esas esquinas que solíamos doblar.

Es una historia que se escribe en los portales
la breve intensidad de las primeras luces,
y los conserjes de noche
cuidan de los hostales
y todas las camareras que quisieron escuchar.

Algo tendrían que contar los escalones
con pantalones arrastrados por el suelo,
algo el asiento trasero que me ofrecía tu coche
y el humo del cenicero que acabó por rebosar.

Tu siempre estabas dispuesta,
es domingo por la tarde
la suerte es una ramera de primera calidad
y los conserjes de noche
cuidan de los hostales
y todas las camareras que quisieron escuchar.

Es una historia que se escribe en las postales
con la necesidad de madrugar los lunes.



[Sonando: Y los conserjes de noche, Quique González (siempre, SIEMPRE tiene una canción)]

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