martes, 27 de julio de 2010

Descalza

Me gusta ir descalza. Notar los pies libres, los dedos estirados, lejos de las estrecheces que proporcionan los zapatos y las rozaduras de las chanclas de saldo que mi madre se empeña en comprarme por no perder la esperanza de verme calzada en algún momento.

Me gusta sentir el suelo en las plantas incluso invierno (siempre tengo los pies fríos por lo que poco es el calor que puedo perder), incluso en la cocina o la terraza, o en mi habitación donde las pelusas campan porque ancha es Castilla, y en las que ahora mismo cuento al menos tres pares de a un euro.

El parquet que se pisa como en casa, la arena que quema a vacaciones, las baldosas de cualquier jardín o la tierra que ennegrece los pies, dejando pruebas entre las uñas de haber pasado grandes ratos descalzos, que es la forma más divertida de hacerlo todo.
Pocas cosas hay que hagan feliz a la gente que no puedan (o deban) hacerse con los pies desnudos.

Por encima de todo lo demás, me gusta sentir debajo de mí la hierba fresca.
Y no digo césped, que no es que esté mal, pero sólo es una imitación de la hierba original, con sus tréboles, sus zonas despobladas y desiguales y su verdor auténtico que invita a acariciar cada brizna con cualquiera de las cincuenta y seis falanges, a revolucionarse con cada voltereta lateral y a revolcar el alma por el suelo.

Sin suelas, sin cordones, sin lengüetas, sin impedimentos que me estorben al recordar quién soy y adónde iré...me gusta estar, ir y vivir descalza.




[d(w.w)b Sonando: Dancing barefoot, Patti Smith]

2 comentarios:

  1. Bailar descalza... creo que por eso escogí danza del vientre

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  2. ...y dejarte "el alma en bragas" descalzándo el corazón

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